La dictadura cubana, dentro de su interminable decadencia, parece estar sufriendo estocadas potentes. Padece embestidas, tanto internas como externas, que la pueden arrastrar hasta su final. Se la está golpeando y seguramente caerá pronto. Si bien es cierto que la tiranía ha sido oxigenada durante los ºltimos años gracias a los recursos derivados de ese disparatado menjunje ideológico denominado "socialismo del siglo XXI" predicado por algunos gobiernos, no es menos cierto que comienzan a escucharse con más fuerza que nunca expresiones de deseo de cambio desde lugares que poco tiempo atrás no nos hubiéramos podido imaginar. Estas semanas presenciamos una avalancha de voces que se han alzado y multiplicado contra el régimen, voces de apoyo a la transición democrática.
Por una parte, en Madrid se ha constituido una plataforma de intelectuales que han exigido la libertad y la democracia en la isla. Lo relevante de todos estos nuevos movimientos es que muchos de los artistas que reclaman libertad y derechos humanos para Cuba provienen de los sectores de izquierda y comienzan a llamar a las cosas por su nombre denunciando la dictadura, en un claro ejercicio de responsabilidad moral. En este sentido, el esnobismo político de querer para otro lo que nunca se querría para uno mismo parece, por fin, quedar marginado a un puñado de figuras que no hacen sino el ridículo.
Por otra parte, está la irrupción de un nuevo factor que podría ser determinante en el desmoronamiento del régimen cubano: el de una nueva generación de cubanos que evidencian su hartazgo a través de un mºltiples expresiones como blogs, grupos de mºsica -con canciones de protesta que van desde el hip-hop hasta el punk-, o marchas pacíficas.
En esta línea, la Fundación Faes celebró este lunes en el Círculo de Bellas Artes Madrid un encuentro, un homenaje a los demócratas cubanos, en donde se vio reflejada la mancomunión de todos estos esfuerzos; el régimen acusó el golpe en su periódico oficial.
Por ºltimo, nada de esto tendría sentido sin el admirable heroísmo de la disidencia cubana que a pesar de la brutal represión que esta sufriendo no baja los brazos en su incansable lucha. El movimiento por la libertad en Cuba, crece. Y crece como una ola. El éxito de esta causa residirá en que esa ola llegue a la costa con la suficiente fuerza como para acabar con el régimen y que al retirarse podamos ver establecida una democracia. El secreto del éxito es mantener con firmeza aquellos postulados y principios que, finalmente, incluso los sectores de izquierda deben asumir. En definitiva, aprovechar este momento en el que parece haber unanimidad acerca de que el drama humano que se vive en la isla no es más que la consecuencia de una dictadura que ya supera los 50 años. Y que ya no importa qué color político tiene una dictadura. Debe terminar.
Guillermo Hirschfeld
‚é EL MUNDO.es
Guillermo Hirschfeld (Argentina, 1977) es profesor y licenciado en Derecho. Coordinó bajo la dirección de Miguel íngel Cortés el documento estratégico de Faes: 'América Latina: una agenda de Libertad', presentado en más de diez países. En la actualidad es el Coordinador de Programas para América Latina de la Fundación Faes que dirige el ex Presidente José María Aznar.