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Opinión: "Convivencia para el progreso"

J. Emilio GragliaEs el título del artículo de opinión escrito por el especialista en políticas públicas y docente universitario Emilio Graglia y publicado por el diario "HOY DÍA CÓRDOBA" en sus versiones web e impresa. En el mismo analiza la situación socioeconómica argentina y la necesidad de un desarrollo integral con inclusión social, que contemple el replanteo del federalismo, la descentralización y el asociativismo intermunicipal, entre otras acciones.

desarrollo socialDos años después del Bicentenario, en la Argentina las necesidades del desarrollo integral siguen insatisfechas.
El desarrollo integral requiere crecimiento económico y, sobre esa base, inclusión social, es decir, un crecimiento incluyente. La realidad demuestra que, entre 2003 y 2011, a pesar del aumento del PBI per cápita de 11.320 a 15.603 dólares, la disminución del desempleo del 17,40 al 8,70 por ciento y de los hogares bajo la línea de la pobreza del 38,60 al 11,30 por ciento, la brecha de ingresos se mantiene. En 2003, el 20 por ciento más rico tenía ingresos 16,40 veces superiores que el 20 por ciento más pobre.

En 2011, el 20 por ciento más pobre tenía ingresos 16,60 veces inferiores al 20 por ciento más rico. Es decir, sin cambios. Debe observarse que esa brecha fue de 21,80 veces en 2004 y 2005 pero, también, que fue de 13,80 veces en 2008 y 2009.

Claramente, la redistribución de ingresos sigue siendo la gran asignatura pendiente en relación con el desarrollo integral. Preocupante, sobre todo si se considera la disminución del crecimiento económico a partir de la crisis internacional.

Sin dudas, en la Argentina de hoy el unitarismo es el primer y principal problema público que impide u obstaculiza la satisfacción de las necesidades del desarrollo integral. No puede haber un modelo de crecimiento incluyente sin un federalismo real y efectivo, es decir, que supere discursos "políticamente correctos" y normas "formalmente constitucionales". No puede haber un federalismo real sin provincias efectivamente autónomas política y, sobre todo, económicamente.

El régimen federal sigue siendo la alternativa necesaria para la descentralización del gobierno y la desconcentración de la administración pública. Pero, especialmente, para la disminución de la brecha de ingresos.

En ese entorno, el federalismo requiere un nuevo modelo de gestión. Un modelo caracterizado por la coordinación intergubernamental y la concertación intersectorial. Ambas, lamentablemente, brillan por su ausencia en la Argentina actual. Lejos del diálogo imprescindible para la coordinación entre la Nación y las provincias argentinas, por una parte, y para la concertación entre el gobierno nacional y los sectores privados (laborales y empresariales) por la otra; ese federalismo muere en los discursos y las normas.

Sin dudas, la resurrección federal debe venir de los gobiernos locales. Ellos, con el apoyo de los gobiernos provinciales, deben ser protagonistas de ese nuevo modelo de gestión del desarrollo integral, a partir de un nuevo municipalismo.
Los municipios que vienen
En América latina y, particularmente, en la Argentina y la provincia de Córdoba, el municipalismo se ha caracterizado por la reivindicación de las autonomías municipales. A partir del reconocimiento formal de esas autonomías, se observa que en una primera etapa los municipios se dedicaron a la prestación de los servicios urbanos y, en una segunda, a la promoción del desarrollo local. Vale resaltar que la segunda etapa se ha agregado pero no ha sustituido a la primera. Es decir, los municipios siguen siendo responsables (primera y principalmente) de prestar eficiente y eficazmente los servicios y, sobre esa base, de promover un desarrollo económico y social.

Ahora bien, se vislumbra una tercera ola del municipalismo que deberá caracterizarse por el asociativismo intermunicipal, la coordinación con las provincias y la concertación con los sectores privados y ciudadanos.

En Córdoba, por ejemplo, el gobierno de la ciudad capital y los gobiernos locales del Gran Córdoba han decidido asociarse y coordinar con la provincia políticas en relación con el uso del suelo y la gestión de los residuos sólidos urbanos, entre otras. En los departamentos del interior provincial, los gobiernos municipales y comunales vuelven a asociarse y a coordinar con la provincia políticas para el desarrollo regional a través de las Comunidades Regionales previstas en la Ley de Regionalización Provincial.

Es el punto de partida y, a la vez, la clave del progreso. La superación de las diferencias partidarias o sectoriales a favor del bien común. Una muestra de convivencia que dan al país el gobernador De la Sota, el intendente Mestre y los demás intendentes municipales y presidentes comunales cordobeses. Nada fácil si se considera que el régimen municipal cordobés es el más autónomo de la Argentina y que Córdoba es la provincia con más gobiernos locales (249 municipalidades y 178 comunas, el 19 por ciento del total nacional).

A partir de ese punto, podemos pensar en esas asociaciones intermunicipales (del Gran Córdoba y de los departamentos del interior provincial), construyendo obras o prestando servicios en coordinación con la provincia, eligiendo sus autoridades y sancionando sus normas de organización y funcionamiento, contratando, ejerciendo competencias delegadas por el gobierno provincial o por los municipios asociados, con recursos provenientes de la coparticipación provincial o contribuciones especiales.

Es la tercera ola del municipalismo. El proceso está en marcha y es inevitable. Córdoba debe seguir a la vanguardia.

Por J. Emilio Graglia

Doctor en Derecho. Profesor universitario y Especialista en políticas públicas.

© Hoy Día Córdoba

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