Es el título del artículo del analista político y de opinión pública, Carlos Fara, que publica el EL CRONISTA COMERCIAL en sus ediciones impresa y online. En el mismo, Fara hace un primer análisis sobre el resultado de las reciente elección nacional.
El triunfo de CFK, superando el objetivo autoimpuesto del 45%, no hace más que confirmar lo que se venía analizando los últimos 9 meses: que la sociedad está dispuesta sobre todo a la continuidad del proyecto kirchnerista, ya que el 60% consideraba que la Argentina está mejor hoy que hace 8 años. Muchos creerán que esto se debe pura y exclusivamente al fallecimiento de Néstor Kirchner. Sin embargo, el Gobierno había empezado a recuperar imagen desde principios de 2010, y cuando el ex presidente murió, la aprobación de la gestión de Cristina, ya se encontraba en un punto de equilibrio. A esto se le suman al menos 5 factores: la recuperación económica; el efecto positivo de ciertas medidas (la asignación universal); políticas de satisfacción simbólica (el matrimonio igualitario); las batallas ideológicas (como el discurso contra las corporaciones); y un cambio progresivo en el estilo de liderazgo que lo volvió a ojos del electorado menos confrontativo, autoritario y soberbio.
Con una gestión aprobada por el 63%, un nivel de optimismo sobre el país de los más altos en los últimos 8 años, era muy difícil pensar que el Gobierno no fuese respaldado con fuerza.
Al menos desde 2007 en la Argentina operan dos grandes ejes: el del modelo económico (más Estado/más mercado), y el estilo de liderazgo (fuerte/autoritario vs. débil/consensuador). La sociedad viene demandando desde la campaña electoral 2007, un modelo con más Estado, a la vez que un liderazgo menos confrontativo, plural, dialoguista, consensuador. Sobre el primer punto, no hay duda que el mejor posicionado es el oficialismo. En cuanto a lo segundo, CFK logró limar ante los ojos de la gente las aristas más molestas del proyecto, lo cual fue coronado con la solidaridad a partir de la muerte de su esposo. A eso se le agregó una formidable articulación de defensores del "modelo" que tuvo a su favor una herramienta fundamental: la generación de un relato, que seduce a un público incluso más amplio que el voto K.
El gran desafío ahora es mantener esos niveles de adhesión para la hora de la verdad: el 23 de octubre. Mientras, la sociedad no debe pensar que con el trámite de ayer está todo resuelto políticamente: Eso perjudicaría al ganador.
Carlos Fara © EL CRONISTA