La Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos -la agencia que regula las comunicaciones- pretende reformar las políticas que rigen el uso de la banda ancha en el país. Paradójica y casi simultáneamente, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acaba de pronunciarse en contra de Internet y rechazó la idea de que sea un servicio libre.
El mandatario venezolano, quien ya había avanzado sobre las cadenas de radio y TV opositoras, en esta oportunidad hace lo propio sobre las redes sociales de la red, cuyo crecimiento se verifica en la mayoría del planeta. La principal razón del rechazo del líder bolivariano a dichas plataformas radica en que en ellas se ha creado un espacio para que los opositores critiquen al régimen.
En consecuencia, limitar el acceso a Internet sería un claro ejemplo de cómo se pretende acallar voces opositoras. "Internet no puede ser una cosa libre dónde se haga y se diga lo que sea, cada país tiene que poner sus reglas", dijo Chávez respecto al tema en cuestión, apuntando sus críticas específicamente a Twiter y al sitio noticiasdigitales.com
Mientras tanto, la oposición venezolana señaló que teme que Chávez siga las líneas de control de Internet que implementan algunos de sus aliados políticos y comerciales como China, Irán o Cuba. Por su parte, la administración de Obama pretende ofrecer conexiones baratas de Internet de alta velocidad a todos los estadounidenses. Además, busca lograr que el acceso a la web sea mucho más rápido para gente que ya tiene el servicio de banda ancha. Sin embargo, la iniciativa deberá enfrentar todo tipo de obstáculos antes de plasmarse en la realidad. De aprobarse, el Gobierno demócrata deberá encontrar la forma de financiar el proyecto, conseguir el apoyo de las empresas y obtener el permiso legal para llevar a cabo el plan en su totalidad.
Puesto que tanto Washington como Caracas han lanzado sus propuestas, probablemente se aproximen momentos de debate, de negociación y hasta de imposición. La libertad democrática debería reinar y primar sobre intereses espurios. Más allá de las ideologías políticas prevalecientes en cada Estado, el deseo es que se imponga el derecho fundamental de la libre expresión que debemos y queremos tener todos los ciudadanos, sin importar en que país residamos.