Cuando hablamos del Bicentenario, los analistas caemos en la tentación -y casi en el lugar comºn- de hacer una revisión con una atenta mirada al camino transitado. Para no irnos en el tiempo, centrar la vista en el espejo retrovisor que refleja desde el año 1983 a la fecha, resulta un poco más alentador para realiza una comparación y más acorde para poder sintetizar un cuarto de siglo en letras de molde.
A lo largo de estos años las preocupaciones de la opinión pública fueron variando casi en sintonía con el péndulo que ofreció la dirigencia política como respuestas -casi sintomáticas- a las demandas de la gente" (otro lugar comºn). Hilando más fino, los principales problemas de la población transitaron caminos divergentes a las soluciones de los gobiernos de turno.
Si Alfonsín tuvo como logro la consolidación de la democracia, el flagelo de la inflación fue su tema de salida. Menem le encuentra la vuelta a este reclamo pero el desempleo lo sacude. En el año ¢í€í˜99 el cambio viene de la mano de la comunicación: el gobierno de De la Rºa llega al poder por contraposición al modelo de los 90. Ese contrapeso fue sólo desde la cosmética publicitaria y del abuso del marketing político. Estuvo vacío de contenido político. Una Alianza creada para llegar, pero no para mantenerse. El resultado, una de las peores crisis de los ºltimos años. La historia dirá si fue la peor en 200 años.
El desempleo, ese problema que había herido de muerte a Menem y que De la Rºa no pudo resolver, fue el primer logro de Néstor Kirchner. Bajar la desocupación, reformar de la Corte Suprema e identificar quiénes eran los de la vereda de enfrente", fueron algunos de los logros que lo catapultaron del 22% al 70%. Ahora, al igual que los mandatarios antecesores, apaciguado el conflicto, se le instalan nuevas demandas de la sociedad: la inseguridad, la delincuencia y, aunque no aparece como principales reclamos, el narcotráfico.
Días pasados, como parte del primer encuentro del ciclo Coloquios 2010 - Encuentros para pensar la Argentina del Bicentenario", organizado por la Fundación Konrad Adenauer y la Asociación Civil de Estudios Populares (ACEP), Monseñor Jorge Casaretto sacudió a la mesa de trabajo, de la que participaban políticos, académicos, consultores, gremialistas y referentes del campo, poniendo como principal problema del país -y con un potencial de escalada preocupante- al narcotráfico.
Hace unos días también en el diario El País de España, el presidente de México, Felipe Calderón, confesaba sobre el narcotráfico (casi al borde del sincericidio") en un reportaje que Si hubiéramos enfrentado antes a las mafias, cuando el problema empezó a surgir, ya lo habríamos resuelto. Pero se le dejó crecer con un falso concepto de tolerancia, de arreglos implícitos -como algunos asesores del presidente Vicente Fox han sugerido- y precisamente por abrirles la puerta y dejarlos entrar a diversas zonas y territorios del país se apoderaron de buena parte de su estructura social, e incluso institucional".
Ahora el desafío es no tener que esperar otros doscientos años para que, por un lado, la dirigencia en su conjunto tome al narcotráfico como un verdadero problema estructural, con características realmente virales; y, por otro, para que la gente", la opinión pública, tenga dimensión y conciencia que este germen de hoy puede cambiar el rumbo del mañana. Las segundas partes nunca fueron buenas, está en nosotros torcer el brazo de la historia de cara a los próximos años.
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